Julio Gómez F.
Barahona no es hoy la ciudad que quieren sus ciudadanos. La que hoy habitamos y vivimos es distinta a la de ayer, a la de los primeros años, las primeras décadas de los años 20 –en el siglo XX--, cuando ningún criador se atrevía a dejar vagar sus animales (reces, cerdos, caballos, burros, vacas, etc.), porque se exponían a ser sometidos a la justicia, y otras costumbres propias y comunes de estos tiempos.Hoy en día, por ejemplo, los moradores de Barahona vemos con preocupación, cómo son improvisados decenas de talleres de mecánica en puntos, en plena calle, en solares inapropiados y que para el ornato público y para preservar la higiene y la salud pública son, o debieran ser, sitios vedados para tales prácticas.
Y preocupa aún más tal situación de irresponsabilidad y de indolencia social, el hecho de que, a consecuencia de esos talleres de mecánica, sus dueños permiten que por las calles sean derramadas aguas mezcladas con combustibles quemados, las cuales corren calles debajo de forma permanente, causando un ambiente contaminante y riesgoso para la salud de los vivientes del pueblo, puesto que sólo producen olores desagradables y contaminantes (tóxicos).
Así también, ocurre que las autoridades municipales permiten la instalación improvisada --sin autorización —casi siempre-- de lavaderos de vehículos (especialmente carros, camionetas, motores, etc.) en lugares nada pertinentes ni conveniente, porque arrabaliza la vida institucional de la ciudad.
En esos lavaderos-vertederos se consume mucha agua que, regularmente encuentra poca salida para circular y caer en lugares que no causen daño ni riesgo al bienestar de la colectividad, permaneciendo estancadas, y ya sabemos los peligros que ello genera: un pantano, una micro-laguna, un punto de aguas residuales hediondas y contaminadas y contaminantes que nadie, ninguna autoridad controla ni soluciona.
Todo ello afecta, Y lo preocupantes y lamentable de todo ello es que ninguna autoridad municipal o estatal enfrente con seriedad y decisión tal problema, todo lo cual pone en riesgo daña o pone el alto riesgo la salud pública y la vida de la población.
Fin del escrito.
Barahona no es hoy la ciudad que quieren sus ciudadanos. La que hoy habitamos y vivimos es distinta a la de ayer, a la de los primeros años, las primeras décadas de los años 20 –en el siglo XX--, cuando ningún criador se atrevía a dejar vagar sus animales (reces, cerdos, caballos, burros, vacas, etc.), porque se exponían a ser sometidos a la justicia, y otras costumbres propias y comunes de estos tiempos.Hoy en día, por ejemplo, los moradores de Barahona vemos con preocupación, cómo son improvisados decenas de talleres de mecánica en puntos, en plena calle, en solares inapropiados y que para el ornato público y para preservar la higiene y la salud pública son, o debieran ser, sitios vedados para tales prácticas.
Y preocupa aún más tal situación de irresponsabilidad y de indolencia social, el hecho de que, a consecuencia de esos talleres de mecánica, sus dueños permiten que por las calles sean derramadas aguas mezcladas con combustibles quemados, las cuales corren calles debajo de forma permanente, causando un ambiente contaminante y riesgoso para la salud de los vivientes del pueblo, puesto que sólo producen olores desagradables y contaminantes (tóxicos).
Así también, ocurre que las autoridades municipales permiten la instalación improvisada --sin autorización —casi siempre-- de lavaderos de vehículos (especialmente carros, camionetas, motores, etc.) en lugares nada pertinentes ni conveniente, porque arrabaliza la vida institucional de la ciudad.
En esos lavaderos-vertederos se consume mucha agua que, regularmente encuentra poca salida para circular y caer en lugares que no causen daño ni riesgo al bienestar de la colectividad, permaneciendo estancadas, y ya sabemos los peligros que ello genera: un pantano, una micro-laguna, un punto de aguas residuales hediondas y contaminadas y contaminantes que nadie, ninguna autoridad controla ni soluciona.
Todo ello afecta, Y lo preocupantes y lamentable de todo ello es que ninguna autoridad municipal o estatal enfrente con seriedad y decisión tal problema, todo lo cual pone en riesgo daña o pone el alto riesgo la salud pública y la vida de la población.
Fin del escrito.
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