Reflexiones filosóficas


Reflexiones filosóficas del lic. Julio Gómez F.
(Autor Dominicano)

Advierto que, si en nuestro accionar cotidiano no disponemos de la capacidad para esperar, tampoco alcanzaremos la oportunidad de progresar.




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Himnos de Pueblos Dominicanos (este de POLO)

HIMNO DEL MUNICIPIO DE POLO

Autor: JULIO GOMEZ FELIZ


Polo, mi añorada serranía,
donde la vida es siempre primavera;
donde florece la tierra cada día
y se torna más hermosa la pradera.

Eres en la sierra más que un paraíso:
Eres el encanto, la novia del cielo…
Así como eres fue que Dios lo quiso;
te creó en la cima con amor y celo.

Eres el sendero de las romerías
do’ vuelan las aves ansiosas de paz.
¡Qué linda es la ruta de tu travesía!...
Tus flores hermosas, tu dulce solaz!

¡Polo, lirio hermoso de primavera!
donde el ave canta su melodía,
en pleno verdor de la cordillera,
bajo el rayo tenue del mediodía.

Tierra de jazmines, de lindas mujeres,
de sanos recuerdos de nuestra niñez;
donde acariciamos tus atardeceres
camino a la escuela por primera vez.

Tus verdes colinas de amapolas
mojadas del rocío matinal,
te vuelven entre muchas una sola:
la tierra primorosa y sin igual.

Polo, mi añorado pueblito de oro,
de dulces frutales cual la miel.
Tu café valioso cual tesoro,
te dan la grandeza de Lemba y Maniel.

Fin

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Reflexiòn para Meditar



Advierto, que si no tenemos la capacidad para esperar, tampoco alcanzaremos la posibilidad de progresar.

..................

En estos dìas, descubrì algo interesnteì: Logrè enmudecer con mi silencio a un gran necio.

Julio Gòmez F.
Autor de Barahona, R. D.
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El Autobús de Cabral

Por Julio Gómez F.

Periodista del CDP)


¿Dos años inmovilizado y sin servicio?


Desde hace alrededor de dos años, el autobús de los estudiantes del municipio de Cabral se halla paralizado, carente de la plantilla delantera del Motor, según denuncian los directivos de la Asociación de Estudiantes Universitarios de la población.

Se quejan los dirigentes de la ASODEUCA de Cabral que, hace un tiempo le expusieron el problema al Alcalde Municipal, y lo mismo a la Gobernación de Barahona, para que les ayudara a resolver el problema de su vehículo, cuyo costo, incluyendo mano de obra, se calcula en unos $ 200,000.oo. Pero que hasta ahora, dos años después de la solicitud y del problema del vehiculo, aún no han recibido la debida respuesta a su petición.

Se sabe que la falta del servicio de transporte del Autobús de Cabral, afecta a más de cien estudiantes universitarios, no sólo de esta población, sino de otras de la zona, quienes se beneficiaban viajando a la Universidad en Barahona, prácticamente a muy bajo costo; y que a partir del problema la situación económica se les ha hecho difícil, agravada con los altos precios de los combustibles.

Expresan los directivos estudiantiles de la ASODEUCA de Cabral, que hace un tiempo el Alcalde del Ayuntamiento de aquí les prometió aportarles sólo la mano de obra mecánica para resolver el problema del vehículo, lo cual, según exponen, no es suficiente, y que sin embargo hasta ahora la colaboración de este funcionario no ha aparecido.

Los estudiantes universitarios de Cabral –quienes a base de sacrificios han logrado colectar $ 120.000 pesos para comprar la pieza del autobús del transporte--, cuya membresía corresponden a familias humildes del municipio de Cabral, les hacen un nuevo llamado al Ministerio de Educación, a la Gobernación Civil de la provincia de Barahona, al Senador y a los diputados de la provincia y a los buenos y altruistas cabraleños que siempre se solidarizan y se identifican con los problemas de su pueblo, para que ¡por favor! Salgan en su auxilio y les ayuden a comprar la pieza que le hace falta al vehículo de los estudiantes de esta población, con lo cual –según los denunciantes-- dejarán de pasar tantas penurias viajando a la ciudad de Barahona en vehículos de transporte incómodos y parando pasajes elevados, lo que pone en riesgo sus vidas y les agrava aún más su situación económica.

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REFLEXIONES FILOSÒFICAS


Reflexiòn

La mayor y màs hermoso atractivo de un pueblo, es sin duda la bondad de sus gentes. Y al revez: su peor maldad Y pobreza es la carencia de sus naturales elementos de identidad cultural, de su civilidad y sus valores èticos.


(Julio Gòmez Fèliz,

Autor Dominicano)

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Elementos Culturales del Sur (Repùblica Dominicana)

La Cultura de Cabral

Por Julio Gómez Féliz

Primera Parte.

Qué es o qué significa; cuándo nace, cuáles son sus elementos; quiénes la hacen; para qué sirve y a quiénes beneficia la cultura, en este caso la cultura de Cabral?

Sabemos que cada pueblo tiene y crea su propia cultura. Cuando hablamos de la cultura de Cabral nos estamos refiriendo a muchos, pero muchos elementos materiales y no materiales (no tangibles) existentes en ella; (tangible significa “tocable o perceptible por nuestros sentidos”).

Aquí aludimos y queremos comenzar hablando, por ejemplo, de la “la Canoa”, ese elemento material presente en todo el devenir de la vida del pueblo de Cabral. Se trata de ese tronco o trozo rústico de madera labrado, de unos dos, tres, cuatro y hasta cinco metros de largo por metro y medio de ancho, aproximadamente; de un largo hueco en su interior, creado por los pescadores más diestros de este pueblo, que los pescadores de este pueblo tradicionalmente usan para penetrar y moverse en las aguas de la laguna dulce y flota en la superficie para realizar de forma cotidiana su trabajo, la pesca como medio de vida, de subsistencia. Encima de la cual suelen llevan uno, dos, cuatro y en ocasiones más acompañantes, dependiendo del tamaño.

Este objeto de madera largo y liviano, es el objeto que los pescadores cabraleños suelen usar para la histórica laguna Rincón, donde realizan de forma cotidiana la pesca como actividad y medio de vida.

Otros instrumentos que los pescadores de Cabral emplean para la pesca, aparte del elemento principal, que lo es la “canoa”, son: la Tarralla, el anzuelo y el chinchorro. Entre los peces más conocidos en las aguas de la laguna de Cabral y más degustados por la población cabraleña, es la llamada tilapia.

Este pescado constituye su alimento y su comida de muchos años. Y hablamos aquí de la canoa, que para muchos es un objeto propio de nuestros primeros aborígenes; y quizás sea así. Pero además de la Canoa hablamos del Anzuelo, la tarraya, el chinchorro y el asta; éste último se trata de esa larga vara de cinco o seis metros que emplean los laguneros o pescadores, el cual les permite empujarse junto a la yola y deslizarse en sus canoas por la superficie de las traquinas aguas de la laguna dulce.

Se trata en realidad de un hermoso y llamativo espectáculo acuático, que sólo estos diestros hombres pueden hacer con la destreza que lo hacen.

¿Y entonces, cuáles son aquí los conceptos esenciales que caracterizan este tipo de actividad cultural material cabraleña?.

Los conceptos aludidos son, entre otros: La Laguna y la pesca. Y vean bien que ambos conceptos entrañan otro concepto importante para el pueblo y la cultura de Cabral: se trata del concepto alimento, y éste enlaza otro no menos importote: la de supervivencia ¿De quiénes? de sus moradores; y todos estos conceptos y sub-conceptos los sintetizamos y enlazamos con otro de tanto contenido y significado como los dos primeros: se llama la historia de la cultura de los cabraleños.

Porque en realidad ¿dónde y en qué aspectos descansa aquello que los rinconeros hemos acuñado y de lo cual siempre nos hemos jactado en denominar como “la cultura cabraleña”?

Autor y costumbrista Cabraleño,

Comunicador y Miembro del CDP.


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Pàgina Poètica

A Gabriel

Julio Gòmez F.

(de mi libro titulado: "Tiempo Despuès"..., que s


Gabriel, tú ya comienzas a ser

un niño recto y formado,

debes pues tener cuidado

de andar cual chivo sin ley.

Has de ser recto y educado,

prudente, afable y cortés;

no importa con quien te des:

Ello será tu gran legado.

Ser siempre humilde y sencillo

en tu trato con la gente;

pues todo hombre prudente

gana amigos, fama y brillo.

Ama a tus padres primero

cual gran tesoro divino.

No abandones el camino,

sigue fiel nuestro sendero.

Ama y respeta a tus hermanos,

a tus amigos también.

Siempre que pueda has el bien.

Educa en eso a tus manos.

La dignidad de la Patria

es otro hermoso deber;

la que debes defender

en la paz y en la desgracia.

Defiende la libertad

igual que tu propia vida.

No la niegues ni la pidas;

conquístala con dignidad.

(Dedicado a mi hijo Gabriel Y. Gòmez, en sus doce años de vida, en 1989)


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Refelxiones Filosòficas y Morales

Reflexiones de Julio Gómez F.

(Autor Dominicano):

Dichoso y afortunado es aquel hogar familiar en el mundo, en cuyo seno no ha visto nacer una víctima del flagelo de las drogas.

.........................

¿Cuál es, a fin de cuentas, el peor adversario del malagradecido? Sin duda aquel que nueve veces, y en sus peores momentos, se dignó en sacarlo de apuros; y en cambio en la última ocasión no pudo brindarle tal favor.-


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Cultura Dominicana


HIMNO DEL MUNICIPIO DE POLO

Autor: JULIO GOMEZ FELIZ

Polo, mi añorada serranía,

donde la vida es siempre primavera;

donde florece la tierra cada día

y se torna más hermosa la pradera.

Eres en la sierra más que un paraíso:

Eres el encanto, la novia del cielo…

Así como eres fue que Dios lo quiso;

te creó en la cima con amor y celo.

Eres el sendero de las romerías

do’ vuelan las aves ansiosas de paz.

¡Qué linda es la ruta de tu travesía!...

Tus flores hermosas, tu dulce solaz!

¡Polo, lirio hermoso de primavera!

donde el ave canta su melodía,

en pleno verdor de la cordillera,

bajo el rayo tenue de tu mediodía.

Tierra de jazmines, de lindas mujeres,

de sanos recuerdos de nuestra niñez;

donde acariciamos tus atardeceres

camino a la escuela por primera vez.

Tus verdes colinas de amapolas

mojadas del rocío matinal,

te vuelven entre muchas una sola:

la tierra primorosa y sin igual.

Polo, mi añorado pueblito de oro,

de dulces frutales cual la miel.

Tu café valioso cual tesoro,

te dan la grandeza de Lemba y Maniel.

Fin

6 de diciembre, 2010.

Con esta contribuciòn de producir el Himno del Municipio de Polo, una pequeña, hermosa y centenaria Villa, localizada en lo alto de la Cordillera del Bahoruco, en la provincia Barahona, confiamos en que la progresista juventud de dicho municipio logre difundirlo, enseñarlo y estudiarlo, como elemento de nuestra cultura y nuestro floclore vernàculo que es.

Este Himno de Polo, debe ser recibido con gran orgullo por los habitantes de dicha comunidad, especialmente, puesto que ya son varios los municipios de la zona y del paìs --incluyendo el municipio de Cabral, el cual fue tambièn producido por su servidlr--, que poseen su Himno oficial.

Es interesante que la alcaldìa de Polo se aboque a someterlo a la Sala Capitular para su aprobaciòn, y que luego se ponga en manos de un arreglista musical, para que le onga mùsica y finalmente sea gravado y reproducido en CD, y finalmente donado a la poblaciòn, a los interesados, a quienes les interese y puedan valorar el cotenido de dicho canto.

Producir una pieza poètica de esta naturaleza no es tarea fàcil; pero como Polo es una zona con unos riquìsicos elementos naturales riquìsimos y envidiables, como pocos en el paìs dominicano, a nosotros nos fue màs que divertido y estimulante.

Desde ya les aseguro a los hermanos compoblanos de Polo, que de un momento a otro, tendràn la oportunidad de tener a manos una pequeña obra, titulada "Polo, su ignificado Històrico en el Sur"; obra costumbrista y de elementos històricos. Se la prometo sinceramente.(Julio Gòmez Fèliz).

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AQUELLOS DIAS DE MI ADOLESCENCIA

Segunda Parte

JULIO GOMEZ F.
(Autor de Barahona (Cabral)

Yo tenía 18 años cuando la procesión de San Andrés salió del templo católico y comenzaba a recorrer las angostas calles del pueblo de Cabral. Cuatro creyentes (hombres todos y fervientes católicos ellos) cargaban en sus hombros la plataforma en que descansaba la imagen del padre espiritual del pueblo, el Patrón San Andrés.

Eran aproximadamente las 10 de la mañana, y todos los feligreses, hombres, mujeres y niños de distintas edades, vestían ropas blancas marchaban entonando cánticos religiosos. Recuerdo que eran al rededor de un centenar los participantes en la procesión. Se trataba de los últimos adoradores de San Andrés, el antiguo patrón de un pueblo que por mucho tiempo, desde sus ancestros, supo ser devoto, genuinamente católico, aunque poco de cristiano.

Era yo entonces de aquella generación reciente que pensaba y creía en Dios, más no en los santos de papel, de bronce o de yeso, como estaba diseñado el padre espiritual del pueblo y como lo entendían y lo defendían los viejos ancianos del lugar. No éramos ateos en realidad; y todos nosotros –que en cantidad éramos muchos, quizás la mayoría--, los muchachos de la época, nos agolpábamos en las esquinas para contemplar con respeto aquel espectáculo de la fe a la antigua; de muchos viejos devotos vestidos de blanco impecable, entonando cánticos, salves y oraciones cantadas, alusivas al santo de su devoción y llevando en su pecho la imagen de otras imágenes a las que les llamaban “santos”.

Esa mañana miré por un instante al cielo y no había señales de que llovería. Además, San Andrés era, según la vieja tradición del lugar, el protector de las aguas y de los pescadores, al cual en el pasado también lo habían consagrado como su recurso espiritual. Por lo cual, cuando llegaba este día, ……muchos creyentes en las cábalas solían decir: --“Hoy no va a llover”, y así ocurría; no llovía por muchos días.

Recuerdo que antes de la procesión concluir en la puerta de la iglesia, como era la costumbre, no se sabe cómo ni quién, generó un mayúsculo acto de imprudencia, un forcejeo que provocó la estrepitosa caída a tierra de la imagen de San Andrés, a causa de lo cual la estatua perdió un brazo. Ello generó un escándalo durante muchos días y de tan bochornoso suceso fueron acusados los que se oponían a que la iglesia continuara el ritual tradicional de endiosar las imágenes, incluyendo a San Andrés. Decían (los jóvenes, los nuevos católicos) que eso era una práctica desfasada; que la iglesia debía innovarse y ajustarse a los nuevos tiempos que vivía el mundo religioso; que San Andrés no era Dios, que no se podía permitir que el pueblo continuara en el oscurantismo adorando imágenes en vez de Dios, y que Dios estaba en el cielo y en la conciencia de los creyentes…

Recordamos que a partir de ese momento la concurrencia al templo católico fue disminuyendo sustancialmente. Una crisis, un verdadero cisma, en el pueblo católico.

Entretanto, a partir de entonces en Cabral comenzaban a ocurrir continuos sucesos extraños y preocupantes, los que nunca antes se habían presentado, principalmente incendios de viviendas en las barriadas, que alarmaban a la gente, de noche y de día, a creyentes y no creyentes y la tardanza en la caída de lluvia, a causa de lo cual las cosechas languidecían por las prolongadas sequías. Transcurrían años y no caía ni una sola gota de agua lluvia del cielo en el pueblo ni en sus alrededores, en el llano ni en sus campos cercanos; aunque el cielo con frecuencia cubriera de espesas nubes el firmamento; y lo más preocupante de todo par muchos era que las principales fuentes o cabezas de agua del poblado comenzaban a disminuir de forma inexplicable y misteriosa.

Yo les oía decía a algunos viejos católicos octogenarios, que todo lo que ocurría era a causa del disgusto que tenía San Andrés por la ofensa de que había sido victima en el día de su festividad. Los más jóvenes cuando les oían hablar así, sonreían de burla, más no de incredulidad ni de falta de fe.

A causa del disgusto que sentía por lo ocurrido el día de San Andrés, el sacerdote de la Parroquia abandonó el pueblo sin hablar con nadie y no se supo más de él por mucho tiempo. Se marchó disgustado por lo ocurrido en la procesión ese día de San Andrés. Luego se supo que Monseñor Tomas O. Reily, Obispo que tenía su sede en San Juan de la Maguana, había decidido sustituirlo y trasladarlo.

Tiempo después, un nuevo cura fue designado al frente del templo y traído al pueblo; se trataba de Donald Rosse (así se llamaba el flamante cura norteamericano). Este, al arribar al lugar, se identificó de inmediato con las ideas innovadoras exigidas por los católicos transformadores del pueblo; y lo primero que hizo fue sacudir el altar, limpiarlo y pintarlo de arriba abajo, y lo hizo sacando todas las imágenes de los santos y botando una serie de objetos y amuletos que consideraba anacrónicos. Dijo en tono un tanto fuerte que Dios desaprueba la idolatría. Además, comenzó a buscar y a entablar amistad con los jóvenes de la iglesia con ideales innovadores, a quienes los viejos calificaban de comunistas.

Por ello, los viejos católicos reaccionaron molestos y calificaron al sacerdote de “comunista”.

Uno de los clérigos que había pasado toda su vida haciendo las veces de Sacristán, tan consagrado y tan a pecho vivía y llevaba su catolicismo, que incluso llegó casi a enloquecer a causa de las cosas extrañas que presenciaba en el seno de la congregación, o tal vez por el hecho de haberse llevado a su casa la estatua de uno de los santos expulsados del altar por el nuevo sacerdote.

La primera cosa que debió hacer el cura párroco recién llegado, fue una misa, para que volviera a llover en el pueblo, luego de más de dos años de sequía. Ese día acudió al templo acudió tanta gente, que faltó espacio y asientos para acomodar a los cientos de visitantes. Asistieron incluso personas, curiosos y devotos, que nunca antes habían pisado la casa de Dios; incluso muchos que no creían en los santos de yeso y de madera. Aquí todo el mundo oraba por lo mismo: para que lloviera en el pueblo.

Alguien en la puerta, con cierta ingenuidad expresó que era verdad que no llovía por el disgusto del Patrón San Andrés, puesto que fue desairado en su día y había que desagraviarlo. Otros, en cambio, buscando nuevos culpables, les achacaban la seguía a las brujas Goya, Sojina y a otros supuestos viejos brujos del pueblo, quienes –tal era la creencia popular-- valiéndose de oraciones, amarraban las nubes para que no lloviera, porque ellos vivían en casitas de paja de malas condiciones y nunca se mojaban cuando llovía.

Decía la gente que por ello, en tiempos lluviosos caían torrenciales aguaceros en otros lugares cercanos y cuando llegaba cerca del pueblo rinconero el agua se devolvía, se detenía o pasaba de largo y alto por las nubes. Era esa la gran leyenda de antaño que el pueblo conservaba.

Estos comentarios provocaron un murmullo y risas en gran parte de los presentes...

El cura Donald Rosse decidió gestionar el cambio de la patrona del pueblo, que hasta ese momento era San Andrés, por el de la Virgen de los Remedios. De masculino a femenino. Recuerdo que al cambio del patrón San Andrés a la Virgen de los Remedios, para celebrarse el día 8 de septiembre, a los viejos católicos les cayó muy mal, y algunos durante varios días dejaron de concurrir al templo. A mí, particularmente, no me llamó la atención de tal metamorfosis religiosa en Cabral, puesto que yo concebía los asuntos religiosos de otra manera. Incluso, tenia mis reservas respecto a la certeza de la leyenda de los brujas y los brujos amarrar las aguas para que no llueva. Tenía otra visión, por supuesto contraria a muchos de mis amigos ancianos del pueblo que eran fervientes creyentes y defensores de las tradiciones heredadas de sus ancestros.

Y a partir de entonces la iglesia comenzó a experimentar cierto cambio y con ello fue incrementándose la llegada a la congregación de nuevos jóvenes que no deseaban asumir otra religión cristiana, porque junto a los sacerdotes jóvenes y con ideas innovadoras ellos se proponían desarrollar sus ideas de cambio, calificadas por los políticos de turno, locales especialmente, como “comunistas”.

Recuerdo a tantos muchachos de mi generación que teníamos ideales distintos a los viejos feligreses católicos y no católicos: Manuel de Jesús Báez (Chano), Dionisio Féliz, José Miguel Féliz, Mario Ángel Méndez, Carlos Pérez, José Altagracia (Chene.)
En la adolescencia los muchachos del pueblo cometíamos muchas bellaquerías; entre ellas la costumbre de en ocasiones, con la complicidad de Juan, joven también y sacristán de la Iglesia y quien guardaba la llave de la Casa Curial, abríamos la puerta del templo y nos subíamos al campanario, y allí con la imprudencia de siempre, comenzábamos a sonar las campanas de forma persistente, como forma de simular un incendio en algún lugar del pueblo. Este era la primera señal a la comunidad de que se estaba prediciendo un incendio en un lugar, y al escuchar el sonido persistente, todo el mundo corría despavorido al medio de la calle preguntando: ¿dónde es el fuego? ¿Dónde hay fuego?...Y por un rato nadie sabía explicarlo; y las campanas seguían tañendo de forma insistente, y nosotros los muchachos de entonces, los muchachos atrevidos pero sin mala fe, desde lo alto nos manteníamos sonriendo a carcajadas al ver tanta gente en la calle corriendo desesperados de un lugar a otro en busca del fuego.

Pero de pronto, yo u otro muchacho menos sonrientes, al ver la preocupación de la gente, soltábamos de repente la soga del campanario y bajábamos calladitos y corríamos por el patio trasero, y gritábamos: ¡Era mentira, no había fuego!...

Entretanto, el cura del pueblo, que muchas veces se hallaba ausente en su casa sacerdotal, se enteraba cuando llegaba, y como era una persona un tanto liberal y tenía interés en no perder y si en fortalecer su amistad con los muchachos, cuando se enteraba de quiénes eran los responsables de batir las campanas de la iglesia, se conformaba con jalarles suavemente las orejitas de forma cariñosa y cordial, y ellos sonreían amistosamente con el pastor de ovejas. Al menos eso lo hizo con Toño Ferreras y con Milagros Fèliz –dos de los jóvenes de entonces que más concurrían al templo--, con quienes entabló una estrecha y duradera amistad, que perduró hasta el último día de su muerte.

En esos hermosos días, recuerdo que eran jóvenes activos y fieles creyentes y por demás dinámicos y sencillos de la Iglesia, muchachos y muchachas como Mabel Iberca Fèliz Báez, Fresolina Fèliz, Osmundo Fèliz, Jardi Fèliz, Mercedes Fèliz Acosta, Claudia Fèliz, Octaviano Urbàez (Milagros), Claudio Fèliz Bello y otros muchos; todos liderados por David Olivero, quien siempre manifestaba tener vocación, aptitudes y habilidades para un montón de cosas y acciones sanas y provechosas.

Mientras tanto, el pueblo seguía padeciendo la despiadada sequía. Y San Andrés, el guía espiritual, el rey de las aguas y el protector de los pescadores, ya para entonces no se hallaba ocupando un lugar en el santuario del templo. Y muchos en el pueblo decían con resignación: “Cómo cambian los tiempos”…

El tiempo era otro y la iglesia era otra realidad. ¿A quién recurrir ahora para que Dios nos mande agua? –así se preguntaban muchos creyentes presos de ansiedad—. Las tierras feraces de los alrededores de la Laguna Dulce del Rincón antiguo, eran víctimas de una sequía espantosa, lo cual provocaba la aniquilación de cuantiosos rubros agrícolas, y una hambruna pertinaz comenzaba a lacerar los estómagos de mucha gente pobre del lugar.

Los mismos pescadores, los verdaderos y fieles devotos del santo Andrés, se enfilaban temprano en dirección a las aguas de la laguna, afanados en obtener el pescado que les mitigara el hambre de sus familias. Empero unos regresaban por la tarde a sus casas y otros por las madrugadas, volviendo con escasos pescados en sus mochilas. La laguna también se les estaba negando. “¡Es un castigo que Dios nos ha mandado!”, exclamaban algunos con acento de congoja.

Yo vivía a pocos metros del local del Cuerpo de Bomberos, y el sargento de turno ocasionalmente debía los mensajes que le llegaban de repente de alguien, diciendo: “Bombero, hay fuego en el barrio Peñuela”.

Y ahí mismo tomaba el instrumento y comenzaba a emitir el insistente sonido de alarma marcial, anunciando que había un fuego en un lugar del pueblo; y la gente, al escuchar la insistente corneta, comenzaba a salir de sus casas y a correr de un lugar a otro. En tanto que el viejo camión apaga fuego, conducido por un diestro conductor de poca estatura, que permanecía parqueado y lleno del preciado líquido en la rampa en espera del anuncio del próximo fuego, salía desesperado en dirección al barrio del siniestro, llevando varios bomberos montados encima, corriendo tras de sí cientos de personas de todas las edades, ansiosas y en gesto de solidaridad con los afectados.

Eso es lo que yo entonces siempre veía en la gente de mi pueblo… un gesto de solidaridad sin igual en sus momentos más difíciles.
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AQUELLOS DIAS DE MI ADOLESCENCIA, SEGUNDA PARTE

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La pobreza se lleva a mis mejores amigos.


domingo 6 de febrero de 2011

Julio Gómez F.

Escritor Dominicano (Barahona).


En la década de los años 80, fui a trabajar a las minas de sal y yeso (que entonces pertenecían al grupo Corde, del Estado), en la comunidad de Las Salinas, provincia de Barahona.

Allí en Salinas permanecí trabajando cerca de cuatro años, ganando como sueldo 500 pesos mensuales; pero lo más interesante para mí fue el hecho de que allí logre crear unas buenas relaciones de amistad con muchos y trabajadores y moradores del lugar; gentes sencillas, humildes y laboriosas. Muchos de los obreros llevaban años en la empresa.

En esos años no todos los salineros tenían la oportunidad de ser favorecidos con una colocación en Sal y Yeso; sin embargo, una buena parte del personal que allí laboraba, entre funcionarios altos y medios, obreros, operadores, mecánicos, empleados de oficinas, etc., no provenían del lugar, sino de otras poblaciones vecinas y distantes.Todo ello en perjuicio de la supervivencia de los moradores naturales y endémicos de Salinas.

Tal práctica yo siempre la critiqué, aunque era uno de losasalariados foráneos, porque he entendido siempre que “la verdad es y será siempre revolucionaria” (paráfrasis). Recuerdo incluso –me lo confiaban empleados del área de Personal amigos nuestros--, que en las nóminas de la empresa minera existían decenas de personas que no trabajaban y sí cobraban los días de pago; gentes de otros pueblos, amigos y allegados de los principales ejecutivos; y todo en detrimento de los vivientes del propio pueblo.

Y precisamente esa era una de las cosas desagradables y bochornosas que ocurrían en su propio territorio y que muchos salineros criticaban; naturalmente, lo hacían de forma incesante, aunque de manera solapada y conservadora, por temor a seguir siendo ignorados.

Lo cierto es que, por mi juventud y por mis ideales y por la humildad como me manejaba con los trabajadores y por la prudencia que observaba con mis superiores, mucha gente del lugar logró delegar en mí su amistad sana y sincera, la cual traté de mantener y he mantenido en el curso de los años hasta el presente.

Sólo que en el día de hoy (y me duele decirlo y recordarlo), muchos de todos esos humildes y explotados ex-obreros de Sal y Yeso ya no viven; muchos se han ido a destiempo del mundo de los vivos. Y pienso que en el caso de una buena cantidad de ellos, su partida de este mundo se ha acelerado a causa del lamentable estado de pobreza y de miseria en que vivieron y padecieron en carne propia, ellos y la inmensa mayoría de los moradores de ese valeroso pero desventurado pueblo de Salinas.

Porque para nadie es un secreto que en aquellos años, las minas de sal y yeso fueron un valioso patrimonio, una fuente de riqueza fácil al servicio de un reducido núcleo de burócratas y de adinerados serviles de los gobiernos de turno, que por demás no pertenecían a los pueblos de esta zona, sino a otros lugares del país.

En los últimos meses, he estado viajando y visitando a mis viejos amigos en Las Salinas y sus barrios, como también sus poblados vecinos, entre ellos Saladillos, Angostura y Lemba; interesado en darles calor y revitalizar las viejas relaciones de amistad con ellos. Pero ¡ay! cuánta nostalgia y cuanta tristeza ha provocado en mi espíritu el hecho de saber que muchos de aquellos buenos y sencillos amigos, ex trabajadores de las minas de sal y yeso ya no viven, pues han fallecido muchos de ellos.

Se trata de gentes que yo conocí y conviví con ellas por mucho tiempo, en mi estadía en Sal y Yeso. Les garantizo que incluso en muchos de ellos (yo los había tratado de cerca) se trataba de hombres,incluidas mujeres de trato afable, en edades productivas y con enormes ansias de continuar viviendo y siendo productivos para sus familiares y para su marginado pueblo, también pobre y martirizado.

Me he sentido conmovido sobremanera cuando, al llegar a la puerta de las viviendas de muchos de esos ex amigos, creyendo encontrarlos vivos y sanos, he recibido la infausta noticia de que esos amigos nuestros ya no viven, porque habían enfermado y de repente fenecido.

Con las explicaciones y las informaciones que recibidas de vecinos y amigos, he comprendido que muchos de esos buenos amigos desaparecidos, en los últimos tiempos habían pasado por situaciones económicas muy lamentables; tan lamentables que al enfermar no encontraron una mano amiga que les ayudara a enfrentar situaciones y problemas económicos que se les presentaban y que sólo con dinero podían solucionarlos y sobrevivir.

Mientras reflexionaba en relación con la partida de mis amigos, me llega al pensamiento ideas que me anonadan y me dejan contrariado. Por ejemplo, que la mina de sal en la actualidad sigue inactiva y la de yeso es explotada de forma precaria por Semex Dominicano, empresa extranjera (mejicana) donde labora un reducido personal con muy escasa escasa presencia de salineros, pero que al fin de cuentas de su riqueza y de las ganancias de la explotación y comercialización del mineral que genera, en nada (o muy poco) benefician a los moradores de los pueblos vecinos; no beneficia a Saladillo, a Angustura ni a Cristóbal, los cuales aquellos yacimientos minerales hallan situados a escasos kilómetros de distancia; ni mucho menos a Las Salinas, en cuyas entrañas y en cuyo territorio se hallan localizados ambos patrimonios mineros.

Meditaba en el hecho de que ha sido invaluable el caudal de materia prima de sal y de yeso y de beneficios líquidos, que ambos yacimientos minerales no renovables, han generado en todo el devenir de su larga etapa productiva; desde que en el año 1937-37 fue creada por el régimen de Trujillo la “Salinera Nacional”, entidad de su propiedad particular, hasta el presente.

Y que no obstante el Estado haber agotado e invertido cuantiosos recursos para hacer producir riqueza a sal y yeso, muchos de los cuales han sido aportados también por los moradores de estas comunidades dueñas naturales de dichas minas, quienes han pagado de manera religiosa los impuestos al Estado Dominicano, en cambio ellas no han tenido la suerte de disfrutar de las bondades que generan sus minas, y por en contrario cada vez más han ido viendo más reducidas sus esperanzas y sus posibilidades de mejor.

Pienso que, por el contrario, hoy por hoy los males de Las Salinas, de Cristóbal, de Saladillos y de Angostura, son cada vez más abundantes y más gravosos. Naturalmente que el problema es viejo, ancestral, pero soluble, y pienso que aún hay tiempo para resarcir ese daño histórico.

(Correo de mi Blog: WWW.verdadesmatinales.blogspot.com)

Puede además leerlo en: Twister y el Factbook.

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Parte de mi creción intelectual, incluido en mi libro titulado:
Así he pensado siempre:

Nunca veas el tiempo tan breve ni tan tarde la hora para emprender una jornada que entiendas importante y necesaria para ti.
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La verdad depurada no se comprende. Se asume como tal.
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La verdad es la esencia del concepto, adecuadamente pensado y concebido. La falsedad no es otra cosa que la imagen de la sinrazón. La verdad es como la luz, que brilla; es sin duda la más perfecta herramienta del ser humano para encarar conflictos conceptuales. Si en un diferendo los actores permiten que emerjan los criterios de verdad, de seguro que la solución del problema fluye sin la menor dificultad. En cambio, si ella (la verdad o la razón) fuere ocultada o borrada del plano reflexivo, de seguro que la solución será simplemente una ficción.
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El trabajo honrado dignifica al hombre, y el cumplimiento de su deber lo engrandece.
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Las veces que yo he reconozco que he cometido un error en mis acciones o en mi manera de pensar, lo he hecho siempre y sobre todo, por reconocimiento y por respeto a la verdad, que es el más limpio camino que puede conducirnos al Cielo.
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A quien me lea, les doy este humilde consejo: Siempre que puedas, y bajo cualquier circunstancia que fuere, ahórrale sufrimiento a tu prójimo.
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Prefiero que mis rivales se mueran por mis triunfos, pero jamás con mis fracasos.
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Las palabras humildes y sencillas de nuestros ancianos, son como el bastón de los sabios, a los cuales, como el sostén de su sabuduría, los mortales que marchamos tras ellos debemos aferrarnos y recostarnos, si no queremos caer.
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Unicamente aquellos individuos que entienden lo que es el precio de la vida, son capaces de asumir como una causa noble y justa la libertad del ser humano.
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quien tiene un buen perro en casa, no debe tener un buen amigo. Sin olvidar que un buen perro muchas veces vale mucho más que diez malos amigos.
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El verdadero amor no nace del viento; nace del gran amor divino. Nace del fondo del corazón de aquellas almas que anhelan o se consdidran ser hijas de Dios, y ven la vida humana como un vedadero teroso divino.
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Lamento contradecirle al gran sabio Confusio, quien dijo que "la mayor gloria del hombre consiste en nunca haber tropezado, sino en saber levanarse cada vez que tropieza", a quien yo en cambio le respondo diciendo: que en realidad tal gloria se halla en el hecho de (el propio hombre) poder preverlos, prevenirlos y saber removerlos del camino, antes de que tales obstáculos le hagan tropezar en su marcha.

(Leer Blog TRAS LA VERDAD: WWW.verdadesmtinales.blogspot.com)






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Canto al municipio de Cristobal

Canto al municipio de Cristóbal

Autor: Julio Gómez Féliz
(Cabraleño)
I
¡Salve pueblo de Cristóbal!,
Tierra nuestra y centenaria,
de hermosos recuerdos y rico historial.
Fuiste la primera de este sur lejano
que gravó en sus manos un lindo ideal…

II

¡Cristóbal, hermoso Cristóbal...
mi añorada cuna de ayer;
de mujeres bellas junto al litoral
donde la laguna, cual otra ninguna,
resplandece hermosa allá en el brisal.

III

Llevas el orgullo, llevas la bandera
roturando el surco de tierra feraz;
y allá en la distancia las lindas canteras
de viejos recuerdos de yeso y de sal,

IV

Cristóbal glorioso, cuna de Los Plata,
tierra promisoria y ejemplo de amor;
eres forjadora de esa flor innata
que forja una Patria y un mundo mejor.

V

Cristóbal, pueblo de conciencia,
de lucha, de historia y valor,
en la hora hermosa de la Independencia
le dite a la Patria de ti lo mejor.

VI

Fuiste en la frontera quizás la primera
que elevaste el grito de la libertad,
y en el monte adentro abriste trinchera
junto a la bandera y un grito de Paz.

VII

Cristóbal, mi inolvidable cuna,
donde el aire suave de nuestra laguna
canta en el brisal…
Tu hermoso paisaje de aves y de espuma,
como tú ninguna…. Eres sin igual.


Fin.

NOTA: El autor de este Himno a Cristóbal, (Julio Gómez Féliz) es nieto de una distinguida dama cristobalense, de nombre Ana María Peña (a) Senona; quien era la madre de mi madre Maria del Carmen Féliz Peña --según consta en su acta de nacimiento de mi madre, No. 2069, registrada (en el municipio de Cabral) con el No. 570, libro 3, folio 170, y además soy biznieto de otros dos prestantes y honrados cristobalenses, de nombres: Pedro Juliana Peña y Gregoria (apodada Goya), quienes eran padres de mi abuela Ana María Peña (Senona).
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HISTORIA ECONOMICA DE BARAHONA

“The Barahona company” y el Desarrollo de Barahona

Autor: Julio Gómez Féliz

Escritor-Comunicador-CDP- de Barahona.

Cuando “The Barahona company” –empresa comercial de matrícula norteamericana-- se instaló en Barahona en la primera década del siglo XX, lo cual sucedió cinco años después, aproximadamente, de ésta población marítima haber sido elevada a la categoría de provincia (año 1907), Barahona (en el Barahona urbano, por supuesto) no era más que una pequeña villa con una escasa población, concentrada en una reducida cantidad de viviendas un tanto rústicas. Se trataba entonces de una ciudad en ciernes.

Eso es lo que se conoce, a juzgar por la visión que tienen y que nos dan muchos barahoneros que vivieron en esa época.

Fue a partir de la primera década del siglo veinte (XX) cuando comenzaron a ser construidas las primeras casas de concreto, más precisamente de mampostería; de las que ya para el año 1923 habían sido edificadas alrededor de una docena, en puntos específicos del casco urbano de la incipiente ciudad caribeña.

Volvamos a “The Barahona company”; Fue a partir de la inauguración y entrada en operaciones del ingenio Barahona, propiedad de dicha corporación transnacional, cuando Barahona comenzó a alcanzar y a producirse un cierto impulso (que al paso de los años fue haciéndose más notable y efectivo) de la economía, no sólo del casco urbano, sino incluso de toda la provincia, que entonces era como decir la región, puesto que la provincia abarcaba a poblaciones distantes como Pedernales, Jimaní y Neyba.

También, con ocasión de la realización de las primeras moliendas producidas por el ingenio azucarero de los americanos, se inició en Barahona una etapa de notable ensanchamiento urbano, iniciada con la construcción de casas de concreto y de madera. Las primeras pertenecían a comerciantes de cierta prosperidad y solvencia económica, que lo eran por ejemplo Manuel González Sánchez, Manuel Tezano, Miguel Pons; Antonio Mota, Luís E. Del Monte (todos ellos de procedencia española). En tanto que de las últimas sus dueños eran moradores de la ciudad de clase media hacia abajo, obreros, medianos y pequeños comerciantes, agricultores, pequeños ganaderos, etc.

En vista de que, para ese período (y hablamos de la década del veinte en adelante) el ejido (de la Común de Barahona) disponía de pocos terrenos propios, de los cuales disponer para destinarlos (donados o en venta) para efectuar las construcciones que el aumento de la población requería en ese momento, muchos de estos sectores medios y bajos de la Común, optaron por ocupar terrenos localizados en la parte alta de la ciudad; se trataba de tierras que en teoría o de boca tenían sus dueños, pero que en realidad eran terrenos sin dueños definidos legalmente (comuneros).

En este período se crearon una serie negocios y de importantes establecimientos comerciales, iniciados por los primeros comerciantes-empresarios que ya desde el último cuarto del siglo XIX se habían instalado en la ciudad portuaria, que lo fue la familia Mota, creados por medianos y pequeños capitalistas extranjeros, de procedencia libanesa, turca, árabe, franceses, españoles, italianos, etc.

Todos esos negocios fueron dinamizados y estimulados primero por la construcción del ingenio Barahona, y segundo por el éxito obtenido por The Barahona Company Corp. con las primeras zafras en la molienda de caña de azúcar, las cuales fueron notablemente exitosas, gracias a los elevados precios alcanzados en ese momento por los azúcares en los mercados internacionales, debido a la alta cotización del dulce.

Esa coyuntura internacional sin duda generó un dinamismo y una actividad comercial en la ciudad tan notable, que obviamente marcó el inicio de una época de notable bonanza económica y social, e incluso cultural en la ciudad, particularmente.

Los americanos, los ejecutivos dueños del Ingenio Barahona y de The Barahona Company Corporation, sus ejecutivos procedieron a habilitar lo que sería convertido y conocido como el sector del Batey central, donde construyeron más de una docena de casas de ladrillo, concreto y madera elaborada, donde alojaron a los principales ejecutivos y funcionarios de la empresa cañera extranjera.

De igual manera, los ejecutivos de la empresa cañera procedieron a construir en dicho sector otras casas de menor calidad, en la que fueron alojados los funcionarios y empleados de mediana categoría (que no eran tantos), como también al personal obreros y braceros que habían sido favorecidos con un empleo en el ingenio azucarero, la mayor parte de ellos emigrantes provenientes de otras islas del Caribe.

6 de noviembre, 2010.

Correo del Blog TRAS LA VERDAD:
WWW.verdadesmatinales.blogspot. com
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FE DE ERRATA

FE DE ERRATA EN ANTERIOR PUBLICACION

En una reciente publicación, realizada en este blog, d/f. martes 4 de enero en curso, titulada “Barahona es más que un concepto”, en el párrafo No. 4 de la misma incurrimos de forma involuntaria en un error, el cual consistió en haberle conferirle la autoría del poemario “Memorial del Muerto” al escritor barahonero Don Federico N. Cuello López (Nene Cuello); lo cual rectificamos, puesto que dicho opúsculo poético es de la autoría del intelectual y poeta Víctor Cuello R., Cuya edición corresponde al mes de marzo de 1994, publicada en la Impresora CD,Graf.. Pedimos exclusas a los lectores de este Blog (TRAS LA VERDAD) y especialmente a su autor, el apreciado amigo y colega Víctor cuello R., --si ha leído esta publicación--, cuyo libro conservamos en nuestro archivo particular.

Tal error fue observado por nosotros, luego de revisar nuestro archivo y determinar el real autor de dicha publicación.

Licdo. Julio Gómez Féliz
Director de TRAS LA VERDAD.
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Aquellos días de mi adolescencia

Julio Gómez F.


Primera Parte.

¡Cuán breve es el tiempo para los mortales! Hoy observo que mis días de oro, que son los años de mi adolescencia, se han ausentado fugazmente, igual que el vuelo de un ave sin retorno.

Eran aquellos, creo, los mejores momentos de mi vida. De esta tierra de tantos recuerdos y tantos instantes de bondades, guardo infinitas e imborrables imágenes y vivencias infantiles, y también sueños y anhelos de tantos muchachos ansiosos de ser héroes y de adueñarse del mundo a cualquier costo.

De Cabral –este pequeño y antiguo territorio, hoy poblado de varios miles de humildes gentes, mujeres y hombres, muchos de ellos pescadores de tradición y labradores de la tierra fértil, que cual lienzo plateado y sin rostro dibujado, se extiende junto al lago dulce y legendario del sur de la Isla Hispaniola--, guardo de él en mi memoria --no sin enfrentar innúmeras adversidades generadas en las precariedades ambientales y culturales que se han interpuesto en la marcha de los años--, lo mejor que he logrado conservar en mi pensamiento de todos aquellos años, cuando apenas era yo un mozalbete juguetón en las aguas del río Yaque, (río histórico y legendario del sur, por cierto), como también lo hacía en las norias de aguas dulces, tan abundantes en Cabral, a las que muchos aquí suelen curiosamente denominarlas ”cabezas de agua”.

Cada una de aquellas cabezas de agua ¡dato tan curioso! Tienen su propio nombre, también legendario y folklórico; como incluso según los más viejos del pueblo, tienen tanto misterio que poseen un alto poder medicinal y curativo.

Recuerdo que en mi niñez, escuchaba las madrugadas los pasos lentos de un cansado, aburrido y no bien tratado caballo, que sumiso estiraba la carreta troteando lento por las calles del pueblo (especialmente en la principal), en las que con voz tenue y constante de arriero práctico (el barrendero del lugar), conocido y tratado por sus conocidos como “Pirito”. Se trataba del único empleado que tenía nombrado el Cabildo para el aseo y la limpieza de la pequeña ciudad; entonces se le oía en las madrugadas ordenarle a su animal; tenia el deber, él sólo y sin ayuda de nadie, de religiosamente barrer y recoger la basura lanzada a las callejas por las poco abundantes familias citadinas que entendían un poco del valor de la higiene y la salud pública, así como de asear el área céntrica del pintoresco y folklórico pueblo rinconero.

En esos años --lo recuerdo--, la basura era arrojada a las calles por las reducidas familias recluidas en las viviendas de madera y palma (no pasaban de tres las techadas de zinc en todo el poblado) que constituían el pueblo. Familias de clase media, por supuesto.

También, en Cabral existía una poco numerosa empleomanía de burócratas estatales: guardias, policías, empleados, pequeños funcionarios, incluyendo los del cabildo, y dirigentes políticos, tal y como existen en la actualidad; sólo que hoy en día son mucho más numerosos los servidores del Estado.

En verdad que uno no alcanza a comprender por qué habiendo en el pueblo cientos de empleados públicos, incluyendo los no menos de trescientos que reciben beneficios del Cabildo local, por lo cual en el municipio ingresa circula cada mes una fabulosa suma masa de dinero, tan suficiente como para que se perciba menos la miseria y la pobreza extrema de mucha gente o del pueblo.

¡Ah!, pero es que en Cabral, en todos sus sectores marginales, han operado y el fenómeno va in c rescindo cada vez con mayor fuerza, decenas de bancas de lotería y muchas bancas de apuestas, como también existen decenas de riferos fijos, hombres y mujeres, y decenas de bares, videos, centros cerveceros, billares, casas de juegos ilegales, casas de citas para parejas y hoteles informales para el amor libre, galleras informales, discretos puestos de venta de droga!.

Guardo en mi memoria las noches de los años 60 y 70 del siglo XX, cuando yo solía despertar en las madrugadas al escuchar el silbido estertóreo de la máquina de Sal y Yeso, que días tras días pasaba próximo al pueblo en dirección al puerto de Barahona, donde más o menos una decena de vagonetas cargadas de sal o de yeso, solían depositaban el mineral. Lo hacían dos y tres veces diario y de noche, a un ritmo incesante y constante.

Muchas veces llegué a pensar –me lamentaba de ello—y aún hoy lo sigo pensando, que esos vagones cargados de sal y/yeso, repetida y multiplicada en toneladas y a un valor de $ 9.50 pesos, que era el valor aproximado de una tonelada de yeso (y a un poco más la de sal), equivalía a miles de millones de toneladas y cientos de miles de millones de pesos el monto de ambos minerales, sustraídos de forma inmisericorde e injusta a los humildes pueblos de Salinas, de Cristóbal y Cabral, dueños únicos y merecedores de dicho importante patrimonio.




¡Pero no! todos esos invaluables recursos, toda esa inmensa riqueza, gran parte de ella debió ser desde el principio ser usada e invertida por los gobiernos d turno a favor del desarrollo y el bienestar de los moradores de los pueblos vecinos, salían de las entrañas de unos pueblos miserables y carentes de bienestar, e iban a parar y a engrosar el patrimonio económico de personas desconocidas, de burócratas que nunca soñaron siquiera ser adinerados.

Entonces, sin entender porqué, sentía entonces una enorme alegría al escuchar la marcha indetenible de la pesada y ruidosa máquina, en tanto yo forzosamente debía levantarme a estudiar las lecciones de las clases de la primaria, la intermedia y la secundaria, ansioso de ser el primero en el curso, sacando unas notas excelentes que muchos compañeros de clase, en competencia, deseábamos obtener; porque si no lo hacíamos, la profesora Luisa Antonia Féliz, del cuarto, por ejemplo, Gloria María Pérez, del sexto, Bienvenido Méndez, del séptimo, de aquellos denodados y consagrados maestros de la primaria, quienes me formaron con tanto celo y espero, que el dolor de sus ocasionales reglasos en las manos abiertas, los sentíamos por varios días. Se trataba de educadores amorosos y entregados a nuestra formación pedagógica.

Para los jóvenes de la época a que me refiero, eran aquellos unos años hermosos, en los que muchos ansiábamos ser en el futuro por lo menos destacados y prometedores profesionales. Tal percepción la tenía yo de mis compañeros Fernando Temístocles Féliz, Romeo Cury, Nelson Nin, Mercedes Acosta, Claudia Lemoniel, Leidis Féliz, Flamarión Batista, Leonidas Batista y otros tantos de mi época.

“¡Qué muchacho éste que se parece a un poeta recitando la clase de memoria!”, solía murmurar de mí en el aula la Profesora Luisa Suárez, quien siempre hablaba con un español castizo y casi perfecto. Los recuerdo cada vez con más cariño al paso de los años!

Yo entonces, sin entender por qué, sentía una enorme alegría cuando escuchaba el ruido matinal de la máquina de sal y yeso; y sé incluso que a esa hora se estaban levantando, para dirigirse al lago dulce, decenas de pescadores del pueblo a realizar su trabajo, el único que la Providencia ha logrado depararles para su supervivencia y como forma de que puedan mitigar su maldad ancestral heredada de sus antepasados, aunque alguien pudiera creer que la han heredado de la propia naturaleza.




No dejaba de atraer y motivar a inquietos y curiosos muchachos como yo, el hecho de ver a los pescadores dirigirse y sumergirse las madrugadas en las aguas frías de la laguna, donde se pasaban horas largas pescando o despescando sus masas y sus corrales, o lanzando (no sin una destreza y una habilidad sorprendente), sus canoas, sus yolas y sus redes; ellos suelen decirles “chinchorros”.

De aquella fura faena los pescadores retornaban unos tras otros, en silencio, unos detrás de otros, en silencio y reflejando en sus rostros y en sus labios un hambre no simulada, que maltrataba sus estómagos vacíos y lacerados. Algunos monologaban con palabras inauditas, como si estuvieran pensando en no retornar al día siguiente y nunca más a la laguna, decididos a no enfrentarse a la misma y dura faena por su propia supervivencia.

No obstante, llegaban a sus bohíos trayendo consigo abundantes cantidades de pescados. Aquí sus mujeres y sus hijos, permanecían largos ratos paradas en la puerta de sus hogares esperando incesante y mirando las aguas del río y de la laguna, a poca distancia, desde donde solían lanzar la mirada, no sólo ansiando en retorno de sus compañeros, sino además para divisar el color azul pálido de las aguas del río Yaque y de la laguna, movidas por un oleaje sinuoso y conservador.

¡Qué vida tan dura y difícil la del hombre cabraleño, sobre todo la de aquellos que nunca tuvieron la oportunidad de ir a la escuela y alfabetizarse, por lo menos lo suficiente como para hacer frente a la dura realidad de la vida! Protesto el hecho de que de tales desgracias se culpe a sus progenitores, pues ellos también fueron iletrados, analfabetos, víctimas del viejo sistema histórico-social que les tocó vivir en su época. Ellos también fueron víctimas y por tanto cosecharon las maldades de la marginación y la exclusión, y lamentablemente debieron traspasarla a las posteriores generaciones.

Todo ello no debió nunca ocurrir, digámoslo con dolor y a viva voz, más no ánimo de derrota y sin sentimiento de esperanza…

Hoy, por ello, nos encontramos siendo parte radical de un pueblito, el nuestro, Cabral –así en diminutivo--, atrapado y envuelto en ese tétrico manto de miseria y de atraso que lo caracteriza, en toda su morfología geográfica; en toda su envoltura histórica, social, moral y cultural…Un organismo físico llamado “pueblo”, en cuyo interior estructural sabemos que lo integran órganos enfermizos o poco alimentados (perdonen el




empleo de todas estas metáforas, pues es con el único interés de transmitir de la manera menos dolorosa tantas desventuras y tantas desgracias que al paso de los tiempos han ocurrido y ocurren en nuestro amado pueblo).

Repito: ¡Qué vida tan dura la del hombre cabraleño!; el de ayer y de hoy, y percibo que quizás también la del cabraleño venidero. Si los que hoy pueden construir un sólido concepto de solidaridad a favor de los oprimidos, ni se colocan de espalda e indiferentes frente al dolor y a la miseria de este pueblo. Las generaciones venideras son nuestra total responsabilidad.

Reconozco que entonces, por mi edad, no entendía ni podría explicarme el porqué sentía yo aquella alegría cuando de madrugada escuchaba el ruido de la máquina de sal y yeso, cuando pitaba con sonido casi irresistible cuando se aproximaba al pueblo por las noches y de madrugada; como tampoco no comprendía la miseria y el dolor que vivían y sentían tantos seres humanos, hombres, mujeres y niños en Cabral y Salinas, y que sólo sabían y podrían sacrificar sus sueños y sus mejores momentos de cada madrugada, para ir a arriesgar sus vidas, su salud de juventud y el calor de sus mujeres y sus niños, en pos de unos cuantos pesos que a duras penas se ganaban pescando en la laguna del pueblo.

No había en realidad otra fuente de vida, y sí existían verdaderas fuentes de la muerte: mucha miseria, mucho alcohol en los bares y en los prostíbulos.

El pueblo era pequeño en aquellos días, y en el curso de los años sigue siendo pequeño: un pueblito, tan pequeño como una ilusión maltratada; en tanto la desilusión de muchos de sus hijos, hombres y mujeres, era y sigue siendo grande.

Pensaba a veces –eso sí--, que la misma máquina, un objeto de metal pero controlado por un operador pobre y trasnochado al servicio de un patrón insensible, se estaba burlando de la miseria de un pueblo a quien ni siquiera se le respetaba su derecho a pasar sus noches tranquilas, y sus gentes laboriosas a disfrutar sus madrugadas de forma placentera en sus hogares paupérrimos.
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